MAMÁ TE AMO: Lali en Vélez

Este finde, Lali volvió a hacer lo que mejor le sale: llenar estadios. Con dos fechas agotadas en Vélez, y una proxima fecha en septiembre, dio el puntapié inicial al “Lali Tour 2025”, y lo hizo como solo ella puede: con 7 cambios de vestuario y artistas invitados. Miranda!, Taichu, Joaquín Levinton y la mismísima Moria Casán —sí, la One— fueron parte del dream team que acompañó a la artista. En esas dos horas de escenario, Lali se entregó por completo. Recorrió sus seis discos con una soltura arrolladora y nos llevó de paseo por cada versión de sí misma. Y en el camino, presento por primera vez en vivo su ultimo album “No vayas a atender cuando el demonio llama" que fue una declaración de principios, de presencia, de potencia. Porque si hay algo que Lali sabe hacer, además de cantar y dejar el alma en escena, es hacer sentir. Fue una fiesta, una misa pop, un abrazo colectivo.

Uno de los momentos más mágicos de la noche fue cuando, durante su canción Soy, el escenario se llenó de 16 drag queens que lo dieron TODO. Un despliegue artístico hermoso, potente, diverso y vibrante. Como Lali.
Una vez más, ella mostró lo que siempre demuestra: su vínculo real con la comunidad LGBT+, ese que no es oportunista ni decorativo. Es cariño, es respeto, es visibilidad con orgullo.


Y entonces, cuando ya no queda voz de tanto cantar ni piernas de tanto saltar, cuando una piensa que ya lo vio todo… aparece esa otra parte que explica por qué Lali es tan querida. Y no, no es solo por el talento (que le sobra), ni por el carisma, ni por la carrera enorme que construyó desde muy chica. Es porque es ella. Porque no finge, no se acomoda para caer bien, no actúa para encajar. Es transparente, directa, sensible, intensa. Se muestra como es, dice lo que piensa, pelea por lo que cree. Y lo hace con el alma.

En un mundo donde muchos callan para no incomodar, Lali alza la voz. En una industria que exige moldes, ella elige romperlos. Y lo hace sin soberbia, con una humildad que la hace enorme. Se involucra, se mete, mira a los que tiene al lado, y desde ahí canta, baila y abraza.

Por eso la amamos tanto. Porque en cada canción, en cada paso, en cada gesto, Lali representa algo más grande que ella misma: el derecho a ser libre, a ser genuina, a no pedir disculpas por sentirse fuerte. Representa a una generación que no se calla, que se busca, que se encuentra en otras. Y todo eso, encima, con cariño argentino, con ese fuego nacional que emociona, que contagia, que te hace decir: “es una de las nuestras”.

Por suerte, Lali.
Por suerte, nuestra.
Por suerte, Argentina.


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